En primer lugar, el desarrollo de esta tesis implica llevar a cabo una revisión histórica para comprender el origen de la instauración del mito oligárquico. Esto implica entender el proceso que demandó esta tarea pedagógica e intelectual, la cual transforma un relato en sentido común. En este momento, la clase dominante argentina deja de ser simplemente dominante para convertirse en una clase dirigente. Es importante destacar lo que Nikos Poulantzas describe en "Estado, poder y socialismo": al interior de la clase burguesa, existen fracciones que compiten por la hegemonía. Por lo tanto, buscan no solo imponerse sobre otras fracciones, sino también establecer su sentido común para convertirse en la clase y fracción hegemónica, dirigiendo intelectual y moralmente a toda la sociedad e imponiendo sus intereses como los del bien común.
Cuando Antonio Gramsci
diferencia las condiciones materiales que distinguen a oriente de occidente,
señala que la revolución rusa liderada por Vladimir Lenin logra sintetizar los
intereses de los sectores subalternos y conducirlos hacia la toma del poder,
entre otras razones, debido a la falta de penetración de las ideas capitalistas
en oriente; mientras que en la Italia de principios de silgo XX, las ideas
burguesas se incorporan a través de diversos aparatos hegemónicos, como el
sistema político, los medios de comunicación y la escuela. Estos aparatos están
impregnados de ideología burguesa, lo que permite que la clase dominante ejerza
control no solo a través del aparato represivo, sino también dirigiendo
intelectual y moralmente a las clases subalternas.
En el contexto
latinoamericano, y específicamente en Argentina, es crucial contextualizar el
análisis. Las condiciones materiales en América Latina, y las que atraviesan el
contexto argentino, tienen una singularidad que exige un pensamiento situado en
nuestra historia y continente. Solo los latinoamericanos pueden explicar y
analizar la raíz de nuestra desigualdad social y subalternización. Las culturas
originarias han transmitido una concepción del mundo, una cultura y una
organización política marcada por la lucha y la resistencia, que la mirada
europea ha intentado erradicar. A pesar de los siglos de lucha, en el siglo XXI
aún no logramos definir el horizonte político-económico para que los sectores
subalternos tomen las riendas de nuestro continente.
En el análisis de la
estructura de la burguesía, Nikos Poulantzas plantea que la burguesía no es una
entidad homogénea, sino que se compone de fracciones que compiten por la
dominación hegemónica. En Argentina, estas fracciones son la burguesía agraria,
industrial y financiera. La disputa del proyecto de nación en la historia
argentina se centra en dos modelos: uno basado en el mercado interno y la
producción (modelo industrial) y otro netamente agrario, alineado con los
intereses de las élites que explotan la tierra.
Poulantzas define al
Estado como la condensación material de una relación de fuerzas, siendo la
unidad política del bloque en el poder bajo la égida de la clase o fracción
hegemónica significativa. La elite oligárquica argentina, tras la independencia
política en 1810, tomó el aparato represivo del Estado para iniciar un proceso
de expropiación violenta, orientando las tierras hacia el modo de producción
capitalista liberal y reduciendo el sistema productivo a un modelo de
exportación de materias primas.
Por otro lado, cabe
destacar el rasgo parasitario que caracteriza a nuestra burguesía agraria. En
primer lugar, el origen de la misma no pudo ser posible sino gracias a la formación
del estado argentino el cual se encargo de encauzar la expropiación violenta de
las tierras de las comunidades originarias para que las mismas sean
subordinadas al modo de producción capitalista liberal que se estaba gestando a
merced de los intereses del capital británico en el periodo 1880-1916. Ese
proceso de expropiación demando los recursos del estado a través del aparato
represivo conducido por Julio A. Roca, quien además se encargo de presupuestar dicha
campaña facturando sueldos de soldados simil al costo que suponía la formación y
habilidad de un soldado prusiano, los mejores pagos y formados en la época;
cuando el ejercito argentina para la época carecía de tal formación. Además de
que dicha campaña estuvo signada por la violencia y el terrorismo de estado, también
existían actos de corrupción como el mencionado anteriormente.
Si pensamos en la burguesía
agraria argentina en el siglo XXI, dicho rasgo parasitario se refleja en la
constante dependencia de la inversión o el salvataje del estado a los efectos
de impulsar el mercado agroexportador a cambio de la liquidación de la soja
para garantizar el ingreso de divisas. Créditos bancarios a tasa cero, dólares
diferenciales, o la eximición o reducción de impuestos son algunas de las
medidas que constantemente solicitan al estado utilizando la amenaza contante
de establecer un lock out patronal simil al del 2008.
Luego de la experiencia
Kirchnerista (2003-2015) la oligarquía argentina circunstancialmente se
subordino a las reglas de juego que institucionalmente impone la democracia
para lograr acceder al poder generando una propuesta política de derecha
representada en la figura de Mauricio Macri (oriundo de la familia Blanco
Villegas). El ex presidente Macri es un fiel representante de los intereses de
dicha burguesía, pero además, en su cuerpo, gestos y expresiones radica el
habitus de la clase social a la cual pertenece. La singularidad que presenta la
experiencia macrista en la argentina, radica en que un sujeto oriundo de la
clase social elitista cuya estrategia política para acceder a la conducción política
del estado a los efectos de subordinarlo a sus intereses siempre fue acudir al
partido militar reclamando golpes institucionales; en esta oportunidad se optó
por el armado de un partido político que compitiera bajo las reglas de juego
que la democracia argentina impone. Cabe destacar que, una vez en el poder, el
pragmatismo de estos gobiernos que representan a la derecha oligárquica demuestran
el avasallamiento que ejercen sobre la constitución nacional, los derechos
humanos y las libertades civiles producto de las herramientas que utlizan tales
como: espionaje y persecución de opositores políticos, represión de la protesta
social y amenza constante de las fuerzas de seguridad, coerción a la libertad
de expresión tanto en medios de comunicación tradicionales asi como en redes
sociales.
En resumen, este análisis
busca comprender la complejidad de la lucha de clases en Argentina, la disputa
entre fracciones de la burguesía y la construcción de mitos que ocultan las
verdaderas causas de la desigualdad social. La necesidad de un pensamiento
situado en nuestra realidad latinoamericana y una revisión crítica de la
historia son elementos fundamentales para comprender y transformar la sociedad.
Rubinetti Guillermo (profesor en Ciencia Política)
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