La importancia de los monopolios es inmensa, tan
grande es que hace desaparecer el poder político de muchas de nuestras
Repúblicas. Hace tiempo leíamos un ensayo de Papini, donde su personaje Gog
compraba una República y decía que esa República creía que tenía presidentes,
cámaras, ejércitos y que era soberana cuando en realidad él la había comprado.
Y esa caricatura es exacta, hay Repúblicas que tienen todas las características
formales para serlo y que, sin embargo, dependen de la voluntad omnímoda de la Compañía
Frutera, por ejemplo, cuyo bien odiado director era un fallecido abogado; como
otros dependen de la Standard Oil o de alguna otra compañía monopolista
petrolera, como otros dependen de los reyes del estaño o de los que
comercializan el café, dando ejemplos americanos para no buscar los africanos y
asiáticos; es decir que la soberanía política es un término que no hay que
buscarlo en definiciones formales, sino que hay que ahondar un poquito más, hay
que buscarles sus raíces. (...)
La soberanía Nacional significa, primero el derecho que tiene el país a que nadie se inmiscuya en su vida, el derecho que tiene un pueblo a darse el gobierno y el modo de vida que mejor le convenga, eso depende de su voluntad y solamente ese pueblo es el que puede determinar si un gobierno cambia o no. Pero todos estos conceptos de soberanía política, de soberanía Nacional son ficticios si al lado de ellos no está la independencia económica. (...)
Para conquistar algo tenemos que quitárselo a alguien, y es bueno hablar claro y no esconderse detrás de conceptos que puedan mal interpretarse. Ese algo que tenemos que conquistar, que es la soberanía del país, hay que quitárselo a ese alguien que se llama monopolio, aunque los monopolios en general no tienen patria tienen por lo menos una definición común, todos los monopolios que han estado en cuba, que han usufructuado de la tierra cubana, tienen lazos muy estrechos con los Estados Unidos. (...)
La soberanía Nacional significa, primero el derecho que tiene el país a que nadie se inmiscuya en su vida, el derecho que tiene un pueblo a darse el gobierno y el modo de vida que mejor le convenga, eso depende de su voluntad y solamente ese pueblo es el que puede determinar si un gobierno cambia o no. Pero todos estos conceptos de soberanía política, de soberanía Nacional son ficticios si al lado de ellos no está la independencia económica. (...)
Para conquistar algo tenemos que quitárselo a alguien, y es bueno hablar claro y no esconderse detrás de conceptos que puedan mal interpretarse. Ese algo que tenemos que conquistar, que es la soberanía del país, hay que quitárselo a ese alguien que se llama monopolio, aunque los monopolios en general no tienen patria tienen por lo menos una definición común, todos los monopolios que han estado en cuba, que han usufructuado de la tierra cubana, tienen lazos muy estrechos con los Estados Unidos. (...)
Había que golpear al más irritante de
todos los monopolios, al monopolio de la tenencia de la tierra, destruirlo,
hacer pasar la tierra a manos del pueblo e iniciar entonces la verdadera lucha
porque ésta, a pesar de todo, era simplemente la primera entrada en contacto de
dos enemigos. La batalla no se libró a nivel de la Reforma Agraria, es un
hecho, la batalla se librará ahora, se librará en el futuro, porque a pesar de
que los monopolios tenían aquí fuertes extensiones de terrenos, no es allí
donde están los más importantes, los más importantes están en la industria
química, en la ingeniería, en el petróleo, y ahí donde molesta de Cuba el
ejemplo, el mal ejemplo, como lo llaman ellos.
Sin embargo, había que empezar por la
Reforma Agraria, el 1.5% de los propietarios de la tierra, de los propietarios
cubanos o no cubanos, pero de tierras cubanas, poseían el 46% del área nacional
y el 70% poseía sólo un 12% del área nacional; había 62 mil fincas que tenían
menos de 3/4 de caballería, considerándose por nuestra Reforma Agraria 2
caballerías como el mínimo vital, es decir, el mínimo necesario para que una
familia de 5 personas, en terreno no irrigado, pudiera hacer una vida
satisfaciendo sus mínimas necesidades. En Camagüey, cinco compañías, de cinco a
seis compañías azucareras, controlaban 56 mil caballerías. Eso significa el 20%
del área total de Camagüey.
Y además los monopolios tienen el
níquel, el cobalto, el hierro, el cromo, el manganeso, y todas las concesiones
petroleras. En petróleo, por ejemplo, había concesiones entre las otorgadas y
pedidas que superaban tres veces el área nacional. Es decir, estaba dada toda
el área nacional, además estaba dada toda la cayería y toda la zona de la
plataforma continental cubana y además de todo eso, había zonas solicitadas por
dos o tres compañías que estaban en litigio. También se fue a liquidar esta
relación de propiedad de las compañías norteamericanas. También se golpeó en la
especulación con la vivienda mediante la rebaja de alquileres y ahora con los
planes del INAV para dar vivienda barata. Aquí había muchos monopolios de la
vivienda, aunque quizá no fueran norteamericanos, eran capitales parásitos
unidos a los norteamericanos, solamente por lo menos en cuanto a la concepción
ideológica de la propiedad privada al servicio de una persona para explotación
de un pueblo. Con la intervención de los grandes mercados y la creación de las
tiendas populares, de las cuales hay 1.400 en el campo cubano, se frenó o se
dio el primer paso para frenar la especulación y el monopolio del comercio
interior.
Ustedes saben cómo se encarecen los
productos, y si hay campesinos escuchándonos, sabrán ustedes de la gran
diferencia que hay entre los precios actuales y los precios que cobraban los
garroteros en aquella época nefasta en todo el campo cubano. La acción
desenfrenada de los monopolios en los servicios públicos ha sido frenada por lo
menos. En el teléfono y en la electricidad hay dos ejemplos. El monopolio
figuraba en todas las manifestaciones de la vida del pueblo cubano. No sólo en
las económicas que aquí nos ocupan, sino también en la política y en la
cultural. (...)
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